Fecha de publicación: 23/03/2018
Fecha de entrada en albergue:
Nacido: 10/04/2015
Sexo: Macho
Está acogido en casa de Antonio Caminero.
Me llamo Río y sólo tengo tres patas. Siempre viví en la calle, hasta que mi hogar desapareció al convertirse en la gigante obra de un Centro Comercial. Un día algo pasó y me amputé una parte de mi pata y así estuve malviviendo muchos meses, muy delgado y con el pelo literalmente pegado, algo me debió de caer encima. Una pareja se enteró de mi situación, me capturaron y los veterinarios decidieron que lo mejor era amputar el resto de la pata. Me llevaron a una casa y estuve escondido mes y medio, estaba aterrado. A los humanos les conmovía mi mirada de tristeza y miedo.
Nunca me habían tratado así, nadie me hacía daño y siempre tenía comida, tenía que agradecerlo. Así que un día decidí ser valiente, fui a recibirles a la puerta, me froté con sus piernas y ofrecí mi cabecita para que me acariciasen, no escatimé en medios y desde ese día, nunca más volví a esconderme. Todos los días salgo a recibir a mis humanos a la puerta, para llevarles hacia mi comedero, me gusta que me acaricien frotándome con él y yo lo agradezco ronroneando. Me encantan las caricias, pero lo de cogerme en brazos aún no me convence, me asusta un poco. Soy un parlanchín, me gusta conversar e ir contando por ahí mis cosas y el mejor momento del día, es la hora de la latita, las adoro. Con mis tres patas ya he cogido mucha soltura, corro y salto sin problemas. Soy juguetón y me gusta acechar a los otros gatos, pero los gatos de aquí son mayores y son unos aburridos, no aceptan bien a los gatos nuevos y el más mayor de todos siempre me persigue para pegarme, así que al final acabamos enfadados y nos tienen que separar, por lo que paso muchas horas solo y a mí me gusta la compañía.
Sigo siendo un gato miedoso, los desconocidos me asustan y me escondo. Necesito una familia especial, que sea paciente y sepa tratar a gatos con miedo, que disponga de una habitación para mí solo, con buenos escondites para sentirme protegido, durante el tiempo que sea necesario. Cuando esté preparado para volver a confiar se lo haré saber y volveré a confiar de nuevo.
Sólo tengo tres patas pero no me importa, he descubierto que hay otra forma de vivir, sin hambre ni frío, sin dolor y sin miedo, sin tener que huir de todo. Ahora soy un gato callejero arrepentido y soy un gato feliz, sólo me falta encontrar una familia generosa y especial, mis humanos dicen que existen y yo quiero creerles.
Ya está castrado y vacunado.
Test FELV-FIV negativo.