Manzanilla Ronda

Fecha de publicación: 13/04/2022

Fecha de entrada en albergue: 13/04/2022

Nacido:

Sexo: Hembra

peso 0Kg
tamaño 0cm

Su historia

Parecía que mi destino era nacer para vivir y morir en una finca llena de chatarra, palets y basura, ya lo tenía asumido. Lo único que me hacía encontrar un poco de sentido a mi vida era la compañía de mi amiga TILA, que sufría la misma vida que yo.
Llevaba 15 años en el infierno. El frío en invierno se me colaba en los huesos y el calor me mataba en verano. Me costaba tenerme en pie y cuando me tumbaba ya no podía levantarme, por lo que pasaba muchas horas bajo el sol, la lluvia, el frío ... sin poder moverme. No me podía imaginar que alguien se iba a apiadar de nuestra situación, iba a llamar a la policía y la protectora de la zona que vinieron a vernos. No dudaron en sacarnos de esa finca y denunciar a nuestros propietarios. No podíamos seguir así, y menos a la edad de 15 años y con mis achaques. Tampoco iba a ser fácil la vida en un chenil en el albergue... pero de repente apareció MARIBEL, que no dudó en llevarme a su casa con su familia humana y gatuna para darme una jubilación digna. No tengo palabras para describir a mi angelito de la guarda que me ha dado en año y medio los cuidados, mimos y cariño que no me dieron en esa finca durante mis 15 años. Hasta he viajado con ella al apartamento de la playa, donde disfruté como una cachorra viendo el mar y paseando por la arena. Durante este año y medio he sido la perra más feliz del mundo. Hasta que mi cuerpo dejó de responderme. Me costaba mucho tenerme en pie y aunque me daban todo tipo de tratamientos, ya no me hacían efecto. Si me caía ya no podía levantarme. Mi ángel de la guarda se tumbaba en el suelo conmigo y dormíamos abrazadas. Eso me hacía sentirme muy bien y se me pasaban los dolores con tan solo sentirla cerca.
A las edad de 17 años he hecho mi último viaje, acompañada de mi ángel. Ayer crucé el arcoiris tranquila, feliz y sintiéndome querida. Gracias Maribel por haberme dado la oportunidad de conocer la felicidad, gracias a los voluntarios de ALBA por rescatarme de aquel infierno y más cuando a los pocos días de sacarme de aquella finca vino el temporal Filomena y hubiésemos muerto allí, tanto mi compañera TILA como yo. Y gracias a los veterinarios de ALBA por todo lo que han hecho por mi.
Ojalá hubiese más gente que, sabiendo que nuestro fin está cercano, sean tan valientes de acoger en su hogar a un abuelito como yo.