Hector

Hace una semana, de camino a un rescate, paramos en una gasolinera y ahí estaba él, mendigando comida y jugándose la vida, abandonado por los cazadores que supuestamente quieren a sus perros.

El domingo pasado intentamos ayudarle pero fue imposible y con todo el dolor de nuestro corazón tuvimos que desistir y dejarle allí a su suerte.

Pasamos toda la semana en comunicación con las personas que le estaban dando de comer, rezando para que cada llamada que hacíamos para saber de él trajera buenas noticias. Necesitábamos que aguantara, que acudiera a su cita todos estos días hasta poder poner la jaula.

Aguantó y después de una semana de sufrir por su vida se puso la jaula y entró. El destino quiso que él sí tenga una segunda oportunidad, esa oportunidad que muchos no han tenido o tendrán.

Ya está castrado. Analíticas de lehismania negativas.