Son las 10:45 de la mañana. Los voluntarios esperan a que el personal que trabaja en ALBA abra las puertas. Entre todos conseguimos sacar diez minutos más haciéndoles dejar lo que están haciendo y sobre las 10:50 nos abren recibiéndonos encantados (a pesar de la guerra que les damos) y cada uno sabe dónde ir.
Yo en concreto me paseo por todo el albergue saludando a los animales y personas que hay. Hecho esto, voy a la zona de las cuadras a revisar cómo están de sucias y a saludar a PEGGY, la estrella de ALBA. El pedazo cerdo que observa la gente desde fuera y que alguno pregunta cuándo se hacen los jamones. Pero por muchos mordiscos y gruñidos que nos dedique NO SE HARÁN JAMONES lo sentimos ;).
Si la cuadra está muy sucia pido ayuda y la limpiamos. Generalmente esto lo hacemos Adri, Zahira y yo, aunque cuando vienen ellos intento escaquearme un poquito jajajajaja. Después de limpiar empezamos a trabajar con perretes. Se hace un poco el bestia, unas carreritas, algún sustillo de perro que se escapa (lo hacen solo para animar el ambiente y alterar un poco a los voluntarios, pero no hay que tenerlo en cuenta). En el momento perros siempre hay uno que se lleva la palma: el favorito No es que quieras menos a otros pero siempre hay uno que es especial: TUPUNGATO, INSPECTOR,…En fin con uno de ellos siempre hay un vínculo especial. INSPECTOR, concretamente, es un perro súper activo pero también miedoso. En cuanto te ve se tira al suelo, le abrazas y se convierte en un momento único en el que te olvidas de todo. Un momento que sólo podemos vivir la gente que estamos con ellos (sí, os animo a que os unáis a la enorme familia de voluntarios de ALBA).
Después del momento perro favorito ¡llega el curro! jajajaj Sacamos a todos y cada uno de los perros que se puede. Con los miedosos está la gente con paciencia a la que no le importa pasar horas sentada en el chenil para que el perrete se acostumbre a la presencia humana.
En mitad de todo ese ajetreo suena un cencerro de vaca. Sí, de vaca. Pero un momento, ¡en ALBA no tenemos vacas! Gema toca la campana que indica que llega la hora de comer. ¡Avalancha, nos quitan el microondas! Después de un buen rato haciendo cola para calentar la comida se pone toda en una mesa y se comparte. Todo el mundo se sienta en la mesa a comer. Bueno, todos menos los que trabajan en las gateras que alguna vez se quedan dentro porque no se enteran. Tras un buen rato degustando los exquisitos platos de cada uno, pasa Amelia con el chocolate. ¡Qué haríamos sin ese trozo de chocolate negro! Entre todos se recogen los platos aunque los más jóvenes solemos escaparnos para no fregar, ahí está Rosa para pillarnos y que lo hagamos 😉 .
Justo después de este rato, Antonio y Juan dan de comer a los perros y algunos voluntarios aprovechamos para ayudar. Es el mejor momento del día y en el que más amigo de ellos te puedes hacer. Como no se les puede sacar desaparece casi todo el mundo. Cuando salimos de la zona de cheniles no hay nadie, todos están en las gateras. En ese momento aprovechamos para estar con GRETA y KAISER, que viven en casa de Antonio, Juan y William ya que comen en otro momento. Estos dos grandullones necesitan hacer ejercicio. GRETA está gordita y KAISER es jovencito. Con KAISER es fácil, le tiras un neumático y es feliz. Pero GRETA tiene problemas en los ojos y es más mayor así que no le apetece tanto. Hay que parar y achucharla mucho que es lo que más le gusta. Cuando no dan más de si nuestras piernas y brazos les devolvemos a su sitio y al ratito la gente vuelve a aparecer. Ya no están en gateras, están con BORUSIA o haciendo jugar a MANGA PANGA, una perra muy mayor pero con las ganas de jugar de un cachorro.
Llega el momento “entregas”. Hay que llevar a los perros adoptados a su nuevo hogar, un momento precioso en el que ves el resultado de toda la gente que trabaja y colabora en ALBA, una imagen preciosa que se captura para que puedan verla todo el equipo que no va a la entrega. A la vuelta toca lo peor del día….recoger, cambiarse y volver a casa. Antes de partir se hace una pequeña merienda (si hay tiempo) en la que nos sentamos todos para reírnos un poco de todo. Es un momento de felicidad compartido con gente que tiene los mismos ideales que tu, gente que se une para luchar por esos que no lo pueden hacer por sí mismos.
Llegó el momento. Todos nos subimos a los coches y Antonio, Juan o William cierran las puertas despidiéndonos hasta el sábado siguiente.
Hay que añadir a todo esto que es un resumen muy resumido, las historias que se viven en este centro son indescriptibles. Deberías venir a probar 😉
Alex Young