En un pueblo de Guadalajara, María mantenia encerrados decenas de gatos que por falta de alimentación comían los cadáveres de otros gatos que morían anteriormente.
15 metros cuadrados por 2 de altura, con una pequeña puerta condenada mucho tiempo atrás y un ventanuco por el que se colaba algo de luz y de aire fresco (cuando se quitan los cartones que lo tapan), es lo único que María necesitó para condenar a la perpetua a decenas de gatos que perdieron allí su vida. Los gatos morían de sed y hambre convirtiéndose a partir de ese momento en el alimento del resto de gatos que seguían con vida.
María encerraba sistemáticamente en ese cuarto, a los animales que más quería, con la intención de protegerlos de los peligros que pudieran correr fuera. Únicamente les facilitaba un poco de arroz y pan duro, como alimentación para todos los animales.
Cuando el día 5 de enero entramos en el cuarto para liberar a los 40 animales que aún seguían vivos, encontramos una solera de huesos y heces donde los pies se nos hundían cuando nos movíamos. El ambiente era irrespirable y la sensacioón de agobio nos impedia movernos con agilidad.
Uno a uno fuimos metiendo a cada gato en un transportín para sacarlos al exterior. Algunos se quedaban paralizados por el miedo y se les podía coger fácilmente, a otros ese mismo miedo les hacia resistirse y huían empeñando todas sus fuerzas para no ser capturados.
Una vez vaciado este cuarto, metimos en la furgoneta de Alba todos los trasportines con sus correspondientes gatos. Nos dirigimos seguidamente a escasos 70 metros, donde otra habitación, esta con el frente cubierto con malla, contenía otros gatos que vivían en las mismas condiciones que los anteriores, si bien estos si podían recibir sol y aire. La puerta del patio, estaba también precintada con malla, sin que se pudiera entrar a su interior. Al igual que los anteriores, se fueron rescatando uno a uno y se colocaron junto a los primeros, en la furgoneta. Después fueron trasladados al veterinario donde se comprobó su estado de salud.
Ahora estos gatos, están repartidos entre ALBA, ANAA y LA VOZ ANIMAL desde donde podrán ser entregados en adopción a nuevas familias.
Una vez más el rescate ha podido realizarse gracias a la coordinación entre las asociaciones privadas de protección animal de Madrid ( ALBA, ANAA, LA VOZ ANIMAL, AMNISTIA ANIMAL y la FUNDACIÓN DE AYUDA A LOS ANIMALES). Y una vez más queremos señalar el escaso interés que han mostrado las autoridades en los temas que afectan al bienestar de los animales. Tanto los ayuntamientos como las Diputaciones provinciales y el Estado consienten estas situaciones en su territorio sin iniciar los expedientes necesarios para evitar estos focos de muerte.