ALBA junto a otras asociaciones, ha participado en la manifestación antitaurina celebrada en Madrid, bajo el lema LA TORTURA NO ES CULTURA.
FALACIAS TAURINAS – ARGUMENTOS ABOLICIONISTAS
Lo que dicen ellos – Lo que sabemos nosotros
Ellos dicen que la tauromaquia es un signo de identidad española: No es cierto. Según las encuestas publicadas en todos los medios de comunicación, más del 70% de los españoles no apoya ni se identifica con las corridas de toros.
Ellos dicen que el toro no sufre: El toro sufre. Lo demuestran distintos estudios INDEPENDIENTES, es decir, realizados por veterinarios, etólogos y científicos que no reciben ingreso alguno por la fiesta de los toros. Todos los mamíferos disponen del mismo sistema nervioso, y el toro no es una excepción. Los arpones de las banderillas, las puyas de los picadores, las espadas, las puntillas, todos son indiscutibles instrumentos de tortura que, aplicados sobre cualquier mamífero, causan sin lugar a dudas un tremendo dolor y una lenta agonía, de la que todos deberíamos avergonzarnos.
Ellos dicen que el toro se extinguiría si se acaban las corridas: La “raza” toro de lidia no existe como tal, se ha formado ARTIFICIALMENTE, producto de la MANIPULACIÓN GENÉTICA que han llevado a cabo las ganaderías en su búsqueda de agresividad. En cualquier caso, ¿son las corridas la única manera de perpetuar una especie? ¿Deberíamos crear corridas de osos panda para que no se extingan?
Ellos dicen que la tauromaquia ha inspirado a muchos artistas: También los artistas se inspiraron en las guerras, en la esclavitud, en la muerte. ¿Debemos crear guerras para perpetuar el arte?
Ellos dicen que hay malos tratos con otros animales: Desgraciadamente, es absolutamente cierto, y es nuestra obligación moral evitarlo, pero el que haya otros malos tratos no disminuye la gravedad del que hoy nos ocupa, con el agravante de que en este caso, el sufrimiento se ofrece como espectáculo.
Ellos dicen que el movimiento antitaurino es una excusa de los movimientos independentistas: Existe un fuerte respaldo popular que no se limita a ciertas regiones sino a todo el país, como lo está demostrando esta concentración en Madrid, con gente de todos los rincones de España, así como las encuestas, que reflejan la opinión de todos los ciudadanos.
Ellos dicen que el toro ha nacido para morir en la plaza: Ningún animal ha nacido para divertir a otro con su sangre, su agonía y su muerte. Éticamente, eso es indiscutible. Si unos seres más fuertes llegasen a nuestro planeta y decidiesen hacer lo mismo con nosotros, ¿lo encontraríamos ético?
Ellos dicen que el toro de lidia es agresivo por naturaleza: No, el toro de lidia no vive deseando pelearse con un torero. Su único deseo es pacer plácidamente en el prado y relacionarse con los individuos de su entorno natural. Una vez en la plaza, el toro no desea atacar ni enfrentarse, busca desesperadamente una salida para volver a su campo. Pero le han encerrado en un ruedo sin salida y le acosan con arpones, puyas, espadas y otros instrumentos de tortura. Algunos, incluso, en un intento desesperado por escapar, saltan la barrera, causando el susto de algunos y las risas de la mayoría, que se divierte aún más, ajena a su pavor.
Ellos dicen que se trata de una lucha justa entre el torero y el toro: A pesar de su fuerza y de sus astas, el toro no puede vencer los medios que el humano utiliza para mermarlo física y psicológicamente. Se trata de una lucha terriblemente INJUSTA. En los últimos 500 años se han toreado unos 4 millones de toros, con el resultado de 4 millones de toros muertos y unos 500 toreros; es decir, que por cada torero muerto mueren unos 8.000 toros. Una relación en la que el toro tiene un 99,99% de posibilidades de morir.
Ellos dicen que el toro tiene una muerte digna: No lo es.
– El toro muere lentamente, encerrado a la fuerza en un recinto del que no puede escapar, rodeado de personas que aplauden, totalmente ajenas a tu dolor.
– Es torturado con arpones y puyas que desgarran su piel, se enganchan en sus tejidos internos y seccionan sus tendones para que no pueda girar la cabeza y ver dónde está su agresor.
– Un agresor que cuando entra a matar se sitúa entre sus ojos para que no pueda verle, y que le clavará la espada destrozándole el hígado, los pulmones, la pleura o el diafragma, si es necesario reiteradamente.
– Una espada que cuando secciona la gran arteria le provoca una agonía entre grandes vómitos, hasta que muere ahogado en su propia sangre.
– Si la agonía es muy lenta puede aburrir al público. En ese caso, al toro se le aplicará una puntilla que intentará seccionar su médula espinal y paralizarle para que el público piense que está muerto mientras le cortan la oreja y el rabo, pero seguramente llegará vivo al desolladero.
Ellos dicen que es una tradición y por tanto debe mantenerse: Tradición no es garantía de ética. Sabemos de tradiciones en todo el mundo que han debido y deben ser eliminadas, porque conllevan víctimas: la quema de las viudas junto a sus maridos en la India; el enfrentamiento del oso, atado, desuñado y desdentado a jaurías de perros en Pakistán; el vendaje de los pies a las niñas en China para evitar que les creciesen; el lanzamiento de una cabra viva desde un campanario, y muchas más… Si las tradiciones se hubieran mantenido siempre intactas, la humanidad nunca hubiese evolucionado.
Ellos dicen “A quien no le guste, que no vaya”: La neutralidad favorece al agresor, nunca a la víctima. En cuestiones cruentas hay que manifestar nuestro desacuerdo, pues de no hacerlo, nos convertimos en cómplices.
Ellos dicen que están en contra de las prohibiciones: En un Estado de Derecho, son imprescindibles las leyes que defiendan al indefenso, y se prohíbe cuando se dan situaciones de indefensión. Pidiendo la abolición de la tauromaquia pretendemos dar voz a quien no la tiene. Esta lucha es legítima porque se lleva a cabo en nombre de quien es martirizado y no puede defenderse.
Ellos dicen que si se aboliera la tauromaquia se perderían empleos: La tauromaquia vive de subvenciones públicas: más de 500 millones de euros al año, unos 54€ por contribuyente, que ahora podrían verse incrementados en caso de prosperar la BIC. La tauromaquia es un negocio con los pies de barro, pues no sobreviviría sin el bolsillo de los contribuyentes. La enorme inversión que realizan los españoles a través de sus impuestos sirve en realidad para enriquecer a unos pocos empresarios y toreros y para dar trabajo a un número muy reducido de trabajadores: 7.507 fue el número total de profesionales taurinos inscritos en 2008. Esa cantidad de dinero podría ser destinada a crear puestos de trabajo en otras áreas, como la verdadera cultura o la conservación de la naturaleza, incluyendo las dehesas y los animales que en ellas viven, como el toro bravo.
Ellos dicen que el toreo es un arte: No consideramos estético un espectáculo que implica sangre, sufrimiento y muerte de un animal. Pero, en cualquier caso, la estética nunca puede prevalecer sobre la ética. Y no consideramos ético la tortura de un animal, y menos aún con el único fin del entretenimiento.
Ellos dicen que el toro recibe una vida digna durante su crianza: No, los toros son sometidos durante su crecimiento a estudiados programas de acoso y violencia con el objetivo de incentivar su agresividad hasta un extremo patológico, alterando su equilibrio psicológico natural.