ARTHUR fue abandonado en la selva ecuatoriana a expensas de morir cuando se encontró a un grupo que participaba en una maratón. Un gesto de compasión hizo que el perro no se separara de ellos hasta hoy. Desde el blog de ALBA queremos compartir esta preciosa historia con vosotros.
El amor de los animales no tiene límite. He oído cientos de historias que lo demuestran y la de ARTHUR no es para menos. El pobre fue abandonado en la selva ecuatoriana a su suerte, se trata de una forma muy cruel de condenarlo a muerte ya que tenía muy pocas posibilidades de sobrevevir. Debió de pasar muchas penurias y hambre y un buen día se encontró con un grupo de personas en medio de la jungla.
Resulta que se estaba llevando a cabo una maratón en la que participaban varios equipos bajo el nombre de Adventure Racing World Championship. Se trata de una durísima competición a la que se apuntaron el sueco Mikael Lindnord y sus compañeros. Tras una jornada especialmente dura se sentaron a tomar un bocado y reponer fuerzas. Mikael abrió su lata de comida y de repente le vio. Allí, agazapado y temeroso estaba ARTHUR. No le quitaba ojo de encima y Mikael se dio cuenta del estado de abandono en el que se encontraba y del hambre que debería de tener así que le dio una albóndiga. “Pensé que tenía hambre y le dí una albóndiga. Entonces pensé más en él. En un momento que tuvimos un descanso, el perro estaba totalmente destrozado. Abrimos dos latas de comida y se las dí, porque no podía encontrar comida en la selva”.
Ahí surgió el amor incondicional de ARTHUR quien tremendamente agradecido decidió no separarse de su nuevo amigo. Desde ese momento el perro no les abandóno y les siguió por los parajes más duros y tremendos de la selva a pesar de lo cansado y mal que estaba. A parte de famélico, ARTHUR tenía grandes heridas abiertas en la espalda y otros golpes por el cuerpo. Subió montañas, bajó laderas, atravesó ríos y avanzó junto a ellos contra viento y marea.
El problema llegó en una etapa en la que debían hacer un porrón de kilómetros en un kayak. La organización les comunicó que no podían garantizar la seguridad del equipo ni del perro si seguía con ellos a partir de ese punto pues el río era peligroso y no estaban preparados para transportar a otro tripulante. Al no ver otra salida, el grupo trató de seguir sin ARTHUR pero cuál fue su sorpresa cuando el perro se tiró al río sin pensarlo y comenzó a nadar tras ellos a pesar de estar reventado. Mikael no se lo pensó dos veces al ver a su amigo así y le cogió para subirle en el kayak. Y ya no se separaron más. Seis días más duró la carrera y seis días estuvieron luchando contra las inclemencias del tiempo y la orografía.
Cuando llegaron a la meta acudieron a un veterinario para que curara las heridas del animal. Allí le suturaron y le pusieron la medicación necesaria para que pudiera reponerse. El veterinario les comentó que las heridas estarían abiertas desde hacía unos seis meses y que no cerraban por la falta de atención y los parásitos. Mientras, Mikael empezó a darle vueltas al tema y cada vez tenía más claro que no podía dejarle allí sin saber qué sería de él así que decidió adoptarlo y comenzó las gestiones para poder llevárselo consigo a casa. Tras muchos esfuerzos consiguió los permisos y se montaron en el avión para ir a Suecia. Una vez allí, ARTHUR tuvo que esperar unos días en una sala para pasar la cuarentena a la que obligan las leyes para estos casos. Mikael lo pasó mal mientras esperaba pues estaba deseando llevarle a su nuevo hogar.
Habrá muchos que pensarán que ARTHUR siguió a Mikael por la comida y en parte no les falta razón. Pero cualquier que tenga un perro sabrá que la razón principal por la que le siguió no fue la de recibir más alimento si no el agradecimiento de esa primera albóndiga y, por tanto, de esa muestra de cariño. El perro demostró su lealtad pero Mikael no se quedó atrás y decidió que no podía dejar allí a su amigo y que haría lo posible y lo imposible por llevárselo consigo de vuelta a Suecia. Hoy viven felices.
Patricia Vadillo.
Fotos: Schnauzi.com
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Esa carita de profunda tristeza que tenía cuando le encontraron desaparece totalmente en las últimas fotos. Se ha convertido en un perrito feliz. Que le vaya muy bien en su nueva vida.
Me pareció una historia preciosa y de vez en cuando es bonito compartir estas cosas porque todos nos merecemos un empujón para seguir adelante 🙂