Homenaje a RUMBA, la perra que me salvó la vida

rumba3La historia que os traemos hoy es la más emocionante que os he contado hasta hoy. Me llegan  muchas noticias de animales preciosas pero esta me ha tocado el corazón, por lo dura que es y porque la protagonista no es una perra de Estados Unidos u otro país, es de ALBA. Se llamaba RUMBA y su mamá nos escribió hace unos días lo que hoy os transmito. Le pedí permiso para contároslo y hacer así un homenaje a estas dos valientes. Sí Patricia, eres una valiente y RUMBA te salvó la vida pero tú a ella también. Todos los que formamos parte de ALBA, tengamos las patas que tengamos, te mandamos un abrazo enorme y todo el cariño del mundo. Gracias por darle la oportunidad de tener una vida tan maravillosa como la que le has dado00.  Y a ti RUMBA, gracias por cruzarte en nuestras vidas, has sido un verdadero tesoro para todos.

Patricia Calveiro

Escribo con los ojos empañados en lágrimas para contaros la historia de RUMBA. La adopté en ALBA hace algo más de cuatro años. Se llamaba Leyre cuando la conocí. Yo estaba pasando por uno de los momentos más duros a los que me he tenido que enfrentar. Estudiaba en Madrid y cuando volvía una noche de la facultad se cruzó en mi camino un desconocido y fui víctima de una agresión sexual. No era capaz de salir a la calle sin echarme a temblar. Estallaba en lágrimas cuando alguien pasaba a mi lado y me rozaba. Aunque fuera de día. Aunque fuera a dos metros de mi casa. Estaba siempre alerta. Tanto, que hasta que no me metía dentro del portal no sentía el dolor en las palmas. Volvía con las uñas marcadas en la carne de tanto apretar los puños. Muerta de miedo a todas horas. Por la noche tenía pesadillas y por el día mi vida era como una pesadilla en la que sientes que te están dando caza y no encuentras una salida.

rumbaObsesionada con la idea de que en cualquier momento me podía volver a cruzar con ese tipo. Ese malnacido que me jodió la vida de un día para otro. Sin ninguna explicación ni compasión. Entonces alguien me sugirió la idea de adoptar un perro que me hiciera compañía. Mi terapeuta (la que te pone la Comunidad de Madrid de oficio en estos casos) dijo que no era una mala idea. Y allí me encontré a RUMBA. Yo iba buscando a un bull terrier, un rottweiler o algún perro corpulento que me transmitiera seguridad y que resultara un poco intimidante para el se atreviera a acercarse a mí. Dimos una vuelta por la protectora y los perros ladraban como locos en sus jaulas. Me llamó la atención uno que daba saltos tan altos que casi alcanzaba la cima de la verja. Detrás de él, con la mirada atenta, tranquila y en completo silencio estaba esta mestiza que me salvó la vida sin quererlo.

Ahora echo la vista atrás y me doy cuenta que no podría haber escogido mejor. Tenían que operarla de un tumor de mamas. Se las tenían que extirpar y el postoperatorio ya podía pasarlo conmigo. Nunca había tenido un perro y sentí tal responsabilidad que las primeras noches las pasé desvelada pendiente de que no dejara de respirar. Qué tontería, ¿no?

RUMBA no estaba acostumbrada a la ciudad y todos los ruidos le asustaban. Los buses, las bocinas, los carritos,… y yo estaba tan pendiente de ella que hasta olvidaba mis propios miedos. Ella me obligó a salir a la calle. A superar la ansiedad que me superaba. Me llevó mi tiempo el pasearla de noche sin estar pendiente de mi retaguardia. A veces todavía lo hago (cuando está la noche especialmente oscura, la calle especialmente vacía o yo especialmente sensible). Al poco tiempo me ofrecieron un trabajo en mi tierra, Galicia, y RUMBA y yo nos montamos a una furgoneta para empezar una nueva vida.

rumba14Siempre fue asustadiza, pero pasamos grandes momentos juntas. Paseos por la playa, por el monte y por la ciudad. La hice todo lo feliz que pude y siento que siempre estaré en deuda con ella. Si suena a despedida es porque creo que es la hora de despedirse de ella. Y se me rompe el corazón cada vez que pienso en ese momento. Pero se lo debo. En los últimos años le han dado varios achaques de salud que la han dejado tocada. Primero fue un ataque epiléptico que se convirtió en una epilepsia crónica y, a pesar de la medicación, cada dos meses pasa por un episodio de estos. Las cataratas han ido a más y ahora está totalmente ciega, dándose golpes con todo lo que hay a su paso. En el último año le detectaron también artrosis, tan avanzada ya que apenas es capaz de levantarse por su propio pie. Y cuando lo hace es para golpear su hociquito con algo. Y no son golpes precisamente flojos. Hace meses que solo come y bebe dándoselo en la boca. Cada vez menos y ha perdido mucho peso. Hasta ahora me estuve convenciendo de que son achaques lógicos de la edad (tiene unos 11 años) y que nadie se merece morir por tener un soplo al corazón, epilepsia, cataratas y artrosis. Pero lo cierto es que esto es todo menos vida, por mucho que me duela reconocerlo.

Está en una habitación encerrada, la que menos obstáculos tiene y con las sillas sobre la mesa para que se haga el menor daño posible cuando se levanta. Ayer apenas fue capaz de levantarse de su camita un par de veces en todo el día. Me siento culpable por no poder hacer nada más por ella y es horrible verla así. Comprobar cómo se va consumiendo día a día. La impotencia me corroe las entrañas, pero después de muchas discusiones con mi familia y de haberlo consultado con el veterinario me han convencido de que es lo mejor para ella. Más cuando me dicen que aguantará así un mes o dos como mucho.

rumba5RUMBA me dio una segunda oportunidad en la vida y ahora me toca a mí hacer este esfuerzo. Por ella. Por el animal que me enseñó a sonreír de nuevo, a salir a la calle y a confiar en la gente. Ojalá muchos otros encuentren a una RUMBA para compartir sus días. Os estaré eternamente agradecida por haber salvado a este animal porque, de alguna forma, gracias a eso también me habéis salvado a mí.

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