Hay muchas labores que se llevan a cabo en ALBA y que no se ven desde fuera. Una de las más importantes es diferenciar cuándo un gato está asilvestrado y cuándo es sociable pero tímido. Al primero habremos de respetarle como tal pero al segundo podemos ayudarle. Hoy, una de nuestras voluntarias, Sonia, quiere compartir con vosotros el gran trabajo que hace cada semana.
No es lo mismo un gato asilvestrado que un gato tímido. La diferencia a simple vista puede ser sutil, pero dista un mundo.
Un gato asilvestrado ha elegido vivir independiente del ser humano, en libertad. No nos quiere ni nos necesita, y debemos respetarlo tal cual es.
Sin embargo un gato tímido es un gato doméstico cuyos miedos y desconfianza les hace mostrar rechazo hacia las personas. En la práctica, ambos van a huir de nosotros pero el tímido mostrará en algún momento cierta curiosidad y cierto grado de debilidad ante “sobornos”, como golosinas y juguetes.
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Precisamente los sobornos, es una de las tres cosas que necesitamos para conseguir que un gato pierda el miedo. Las otras dos son actitud y paciencia.
Los sobornos, son necesarios para atraer su atención hacia nosotros. Hay que convencerles de que podemos aportarles cosas que les gusten y conseguir que poco a poco nos relacionen con cosas agradables y empiecen a buscarnos.
Pero lo principal es la actitud. El fin principal de este proceso tiene que ser conseguir que el gato confíe en nosotros. La meta no es tocar al gato a toda costa, ni conseguir cogerlo en brazos sin que nos arañe, sino que sea él el que venga a pedirlo. Y para eso hay que cuidar muchas cosas: movernos con calma para no asustarlos, hablar bajito o mejor ni hacerlo, no mirarlos a los ojos fijamente… Hay que ser tan sutil como ellos. Pero lo más importante es no hacer nada que ellos no quieran. Si nos bufan, es porque no quieren que nos acerquemos. Pues no lo hagamos. Si nos esquiva cuando intentamos tocarlo, no lo toquemos. Si se esconde, no lo saquemos a la fuerza, él se siente seguro ahí. Hay que saber leer lo que nos están diciendo y respetarlo siempre.
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Y es ahí cuando entra en juego la paciencia. Cuando el gato vea que obtiene cosas buenas y que respetamos sus deseos, poco a poco irá confiando en nosotros. Empezará por acercarse, luego nos buscará cada vez más, comerá de nuestra mano, se tomará alguna licencia como tumbarse a tu lado y con el tiempo, será él el que busque tus caricias.
Esto puede llevar unas semanas o muchos meses, cada gato es un mundo. Pero en ALBA sabemos por experiencia, que al final se consigue. Sólo es cuestión de ser paciente. Y de tener pasión por los gatos 🙂
Sonia Martínez Alonso
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