CUZCO es un perro que fue recogido por la ambulancia de Vetercam cuando su gestión la llevaba ALBA. Si la hubiera gestionado una empresa que no fuera una protectora estamos seguros de que lo hubieran sacrificado. Llegó en unas condiciones deplorables pero juntos luchamos por él y hoy es feliz con su familia en Alemania.
CUZCO vagaba por la zona de San Martín de Valdeiglesias. Llevaba mucho tiempo abandonado, sólo hay que ver las fotos de cuando le recogimos para darse cuenta del tiempo que llevaba sufriendo. Su estado de salud era pésimo, estaba enfermo y no había recibido atención veterinaria ni de ningún otro tipo. Como les pasa a muchos perros que viven en la calle tiene leishmania. Esta enfermedad se trata con una pastilla diaria pero nadie se la dio a CUZCO.
Nos dieron el aviso y fuimos a por él. Al llegar y verle se nos puso el corazón en un puño. Nos miró con esos ojos que tiene tan bonitos suplicando ayuda. Cualquiera que haya conocido a CUZCO sabe de lo que hablamos porque tiene una mirada que enamora. Así que le recogimos y le llevamos al albergue. Allí le hicimos un chequeo veterinario constatando su deteriorado estado de salud. La leishmania era tan fuerte que el pelo se le caía a jirones debido a una malasecia. Tanto es así que le llamábamos cariñosamente «la hiena». No paraba de rascarse, era desesperante verle y no poder ayudarle. Pero los acuciantes problemas de piel no eran todo, el corazón le funcionaba regular y así con tantos otros órganos que quedan tocados en los perros que padecen esta enfermedad.
CUZCO tenía muchos dolores pero eso no le impedía levantarse de su camita cada vez que alguien se acercaba a su chenil. En cuanto la gente se acercaba, empezaba a mover su rabito en círculos como si fuese un helicóptero de lo alegre que se ponía. Siempre estaba contento.
No fue tarea fácil pero dimos el tratamiento que le quitaba los picores y comenzamos a bañarle tres veces a la semana con un champú especial. Tratamos su leishmania y los problemas que había derivado en el corazón y otros órganos. Estaba muy delgado y su piel no terminaba de mejorar. Empezamos a utilizar diferentes piensos temiendo que algunos componentes habituales le dieran alergia y así era. Realizamos unas costosas pruebas de alergia para ver qué pienso podía comer. ALBA no puede permitirse este tipo de pruebas y fueron sus padrinos y otras personas de España y de Alemania las que sufragaron este gasto.
Tras muchos esfuerzos dimos con un pienso que le sentaba bien y, además, le pusimos una vacuna para esta alergia que dura un año y que también sufragaron sus padrinos y las personas que colaboraron con sus gastos. El cambio fue espectacular. De una semana para otra empezó a coger peso, su pelaje comenzó a salir con fuerza y brillo y CUZCO recuperaba fuerzas por momentos. Entre la nueva alimentación, los medicamentos, los baños y el cariño de todos los que forman parte de ALBA este ángel salió adelante.
Un buen día le llegó su turno, una familia quería adoptarle. Le vieron y se enamoraron de él así que comenzaron a moverlo todo para tenerle cuanto antes a su lado. La despedida en el albergue fue agridulce. Hubo lágrimas y alegría al ver que por fin se montaba en el camión de la esperanza. Ese es el camión de ALBA que recorre un sinfín de kilómetros para llevar a nuestros animales a sus nuevos hogares.
CUZCO ha sido un perro muy especial en ALBA, casi todos lloramos cuando se fue. Por un lado de felicidad, porque por fin tiene una casa y una familia que le darán todo el cariño y amor que merece. Por otro de pena, por no volver a abrazarle, a tirarte al suelo con él para que se reboce y juegue, por no poder dejarle que te cubra a lametones. Los animales abandonados a los que se les ayuda y busca un hogar son muy agradecidos. Demuestran su cariño todo lo que pueden, cada uno a su manera. CUZCO lo hacía empujándote para que le acariciaras, te miraba fijamente y te daba un lametón cuando menos lo esperabas. Y lo que más le gustaba: que le abrazaras muy fuerte.
Hace poco hemos recibido noticias de CUZCO en las que nos dicen que está muy bien. Tuvo una subida de la leishmania a raíz del viaje y cuando llegó empezó a cojear un poco. Pero su nuevo veterinario le recetó unos antiinflamatorios y ya está recuperado. Recibe la asistencia que necesita y le alimentan con comida especial para él.
Para terminar, qué mejor que las palabras de su nueva familia donde se ve que ya no pueden vivir sin él:
«Para todos los voluntarios, veterinarios y padrinos de CUZCO.
Ha llegado CUZCO, nuestro ángel. Por fin, CUZCO está con nosotros. Ha soportado muy bien el viaje (estábamos muy preocupados) y estamos todos locos de contentos. Como Simone me ha contado lo mucho que todos queríais a CUZCO, os mando las primeras fotos. Hoy ha estado jugando con su nueva amiga Sunia y su nuevo amigo Sam en el prado al lado de nuestra casa y se lo ha pasado muy bien.
Muchos recuerdos de la nueva familia de CUZCO».