El sábado pasado hicimos una fiesta en nuestras instalaciones. Y no fue una fiesta cualquiera: celebrábamos quince años de actividad; más o menos lo que en el mundo de los animales es toda una vida.Quince años protegiendo a nuestros amigos sin voz, liberándolos del maltrato, protegiéndolos de la enfermedad, de la soledad y el miedo. Quince años luchando en todos los foros políticos y sociales para lograr que las leyes reconozcan el derecho de los animales a tener una vida digna.Empezamos con ilusión y con modestia, y nunca hemos dejado de luchar por nuestras ideas y nuestros proyectos. Han sido tres lustros llenos de sacrificios y de dificultades; pero nuestras ilusiones se han mantenido siempre intactas y hoy podemos decir con orgullo que más de 17.000 animales salvados desde que abrimos las puertas es un excelente resultado.
En ese ya largo camino hemos trabajado codo con codo junto a decenas de voluntarios, hemos recibido el apoyo de muchas personas que hoy son amigos y que han apadrinado animales o los han adoptado, que se han hecho socios para subvencionar esta maravillosa aventura de amor o que se han implicado personalmente en ella.
Con lo que hemos pasado da para escribir un libro grueso lleno de lágrimas y de risas. Cuántas horas acechando para descubrir a los maltratadores, cuántas para pillar a los mafiosos del tráfico de perros, cuántas entrando en rincones inmundos para sacar de allí animalitos inocentes condenados a un destino fatal.
Tenemos tanto que agradecer: a nuestro personal, a los veterinarios, al SEPRONA, a las policías locales, a los bomberos, a los ayuntamientos, a los voluntarios, a los colaboradores, a los socios, a los padrinos… Esta ha sido la fiesta de todos ellos.
Pero también ha sido, muy especialmente, la fiesta de nuestros animales, de esos queridos perros y gatos que tienen el arte de robarnos el corazón y para los que siempre buscamos salud, seguridad y amor. Aunque haya crisis, aunque perdamos recursos y fuentes de financiación.
Una mención muy especial para nuestros amigos alemanes, tan activos, tan serios, tan eficientes y tan cariñosos, que han hecho suya nuestra causa, que nos han ayudado a hacer felices a cientos de perros y gatos, que hoy gozan en su país de una cálida vida familiar.
La del sábado pasado ha sido una auténtica fiesta de familia, porque familia somos quienes estamos unidos por el vínculo del cariño y el respeto por los animales que nos acompañan en este planeta y que, sensibles al dolor, al miedo, al hambre y a la enfermedad, son acreedores, por derecho natural, a nuestro respeto, nuestro amor y nuestra protección.
Estos quince años no han sido un camino de rosas, pero hemos avanzado y aprendido mucho. Sabemos lo que hay que hacer y cómo hacerlo, y contamos con todos nuestros amigos para seguir adelante.