Los representantes del pueblo soberano de Cataluña han votado no a las corridas de toros, ejercitando así su libertad y en sintonía con la voz de la calle, que lleva años clamando por el cese de esta fiesta rancia, anacrónica y cruel.
Nuestra más sincera felicitación a los amigos de Cataluña y nuestro más encendido agradecimiento, porque esta decisión abre el camino hacia una España más acorde con el entorno cultural europeo y con el contexto de los países desarrollados, en los que la sensibilidad y la empatía con los animales no están condicionados por tradiciones absurdas que ya pocos comprenden ni comparten, como se ha venido constatando en la escasa asistencia de público que las corridas de toros han registrado en los últimos tiempos.
De igual manera que desaparecieron las luchas de gladiadores, el derecho de pernada, los juicios de Dios, o la quema de herejes, ya es momento de acabar con el negocio del toro y convertir las plazas en centros culturales, en los que nuestros hijos puedan vivir una cultura que no se base en costumbres salvajes, en el dolor y la sangre, la tortura y la muerte, supeditadas al esteticismo absurdo de un torero-actor disfrazado, mezcla de bailarín y matarife, que se jacta de acabar con la vida de un animal sensible y noble que merece mejor trato y mayor protección. Por eso nos sentimos felices hoy, porque se ha iniciado un proceso al que deberían irse incorporando, una a una, todas las autonomías de este país. Siempre, claro está, que los intereses económicos o electoralistas no lo impidan. |