Tengo el corazón en un puño, de verdad. Nos ha escrito la adoptante de nuestro querido Pepino para contarnos que nos ha dejado. Su mamá, no sólo ha tenido el detalle de contárnoslo si no que, además, nos contado su experiencia para que la publiquemos en el blog y animar a otras personas a que adopten. Gracias Natalia por fijarte en Pepino, por haberle dado una vida tan maravillosa y por compartirlo con nosotros en unos momentos tan complicados para ti. De parte de todos los que formamos parte de ALBA, te mandamos un abrazo enorme y que sepas que sentimos mucho tu pérdida. Pepino, a ti decirte que te echaremos todos de menos y que allá donde estés sé feliz pequeño ángel.
Hola a todos,
Me llamo Natalia y os escribo para contaros mi experiencia como adoptante de perro.
Hace 7 años convencí a mi madre para salvar un perrito abandonado porque era algo que toda mi vida había querido y nos encaminamos a la feria de la adopción del retiro. Yo no quería cachorros y no quería perros de raza, quería salvar a uno que lo necesitara de verdad y que nadie fuera a querer. En cuanto le vi, supe que ese era el mío. Me dijeron que se llamaba Pepino y la sonrisa se dibujó en mi cara a la vez que se me cayó una lágrima porque verle así me rompió el corazón. Era un perro adulto mezcla de Podenco , delgado, asustado, triste y con mucho miedo. No dejaba de temblar. Me explicaron que lo estaba pasando muy mal en el albergue y que nadie se había interesado por él. Así que entré en su jaula y le acaricié. Su mirada no se me olvidará en mi vida. Ni siquiera sabía nada de esa raza pero no me lo pensé ni un segundo. Pepino se venía a casa conmigo. Se había acabado su sufrimiento.
Pasaron varios días hasta que pude tenerle en casa y os juro que se me hicieron eternos. La primera noche fue dura para los dos. Tenía miedo y no me conocía ni a mí ni mi casa. Así que le puse su camita al lado de la mía y me pase toda la noche acariciándole y hablándole. Le dije que me hubiera gustado saber quien le había ignorado, humillado y maltratado y le prometí que jamás nadie iba a gritarle ni pegarle y nunca más iba a pasar hambre o frio. Creo que debió entenderme, porque desde esa noche nos convertimos en uno.
El parque, el monte y la sierra se convirtieron en nuestro día a día. Quizás por cómo le vi al principio, yo me volví muy protectora con él y le convertí en un mimado. Siempre tenía que estar pegadito a mí, estaba todo el día en la calle jugando con sus amigos , me lo llevaba a todas partes que podía y le dejaba solo en casa lo mínimo posible. Creo que durmió en su cama un día o dos, porque al tercero le dije que se subiera a mi cama….y claro, él encantado. Pero creo que todo eso no lo hice por él, sino por mí. De repente pasé a no poder estar sin él. Necesitaba su alegría al verme, su calor al estar sentado a mi lado, su respiración tranquila al saber que estaba a salvo y su mirada de eterno agradecimiento.
Podría deciros que adoptar a Pepino ha sido lo mejor que he hecho en mi vida. Probablemente muchos no me entendáis o no me creáis, pero así ha sido. No tengo muy claro si le salvé yo a él o él a mí. Solo sé que nadie nunca me ha demostrado esa lealtad, fidelidad y amor incondicional. No son solo el mejor amigo del hombre, son nuestra sombra, nuestra familia y nuestros más fieles protectores.
Desgraciadamente hace dos años se puso enfermo y aunque ha aguantado como un campeón, le perdí hace una semana. Se me ha ido lo mejor de mi vida. Tengo el alma rota en mil pedazos. Mi cama ahora está vacía, nadie me despierta con mil lametones, ni se pega por la noche para sentirse seguro. La casa está en silencio, no oigo patitas y nadie me espera en la puerta de casa incansable hasta que vuelvo, ni viene como un loco cuando entro en casa. Mi vida ya no será la misma porque se ha ido una parte de mí. Éramos un pack de dos. Totalmente inseparables. Incluso a mí, pasaron a llamarme Pepina.
Me da realmente mucha pena saber que casi nadie adopta podencos. Simplemente es porque no les conocen. Con solo pasar unas horas con uno, os aseguro que no podríais volver a separaros más de él. Tienen un carácter buenísimo, son perros inteligentes, super fieles y esos ojos…..puffff, lo dicen todo con esos ojos. He tenido otros perros antes que él, pero la relación que he tenido con Pepino ha sido tan especial que creo que no se puede explicar con palabras. La vida con él ha sido lealtad, fidelidad y dulzura en estado puro. Eso ha sido.
Me esperan días duros. Soledad, tristeza y silencio. No tendré unos ojos constantemente vigilándome, ni un hocico todo el rato detrás de mí. Tendré que aprender a dormir sola. Ya no notaré una respiración relajada a mi lado, ni le veré soñar mientras duerme. Tampoco nadie me oirá en el parque gritar: “Pepinooooo” y se moriran de risa. Supongo que solo me entenderá la gente que haya pasado por lo mismo, pero….qué afortunados hemos sido.
Me dicen que tengo que quedarme con que salvé a un perrito feíllo, flaco y asustado y le di la vida que se merecía: amor, respeto, cariño, parque, campo, playa, amigos, cama, sofá, chuches….y 10 toneladas de besos diarios. No ha vivido mal el muy sinvergüenza. Pues sí, tendré que quedarme con eso y con el recuerdo de tantos y tantos momentos vividos junto a él que me hicieron completamente feliz.
Hoy pienso en toda esa gente que maltrata animales y lo único que me dan es pena. Mucha pena. Porque no saben lo que se pierden….
Y a vosotros lo único que puedo deciros es que si no creéis que se pueda sentir lo que acabo de contaros, adoptéis un perro. Ya os acordaréis de mi…..jajaja!
Yo seguiré siendo Pepina, la “friki” de los perros y defensora de los animales toda mi vida. Y si, era solo un perro, pero ese perro era mi mundo, mi felicidad y sobre todo mi familia.
Y aquí me despido. Ojalá que alguien que haya leído esto se anime y le dé una oportunidad a un perrito. No os arrepentiréis, lo tengo claro.
Y Pepino, a ti lo único que puedo decirte es que muchas gracias por estos años. No podría haber tenido un perro mejor, que espero que donde estés haya muchos conejos para perseguirles y que me esperes porque tarde lo que tarde, volveremos a estar juntos y a dormir achuchaditos.
Gracias.
Natalia Divar.
Qué historia tan bonita y tan bien contada. Te entiendo perfectamente porque yo también tengo un podenco de Alba.
Josefina
Hola Josefina, ¿a qué podenco adoptaste? 🙂
Como me has hecho llorar, Pepino!!!! Natalia, me quedo con tus palabras , quien no quiere a un animal, no sabe lo que se pierde
Que historia tan bonita, con la lágrima desde el primer párrafo, mucho ánimo Natalia, quedate con todos los buenos momentos que has pasado con él.
Tengo el corazón triste con la historia de Pepino, yo tengo una mezcla de podenco, también adoptado de Alba, y la verdad, nunca había tenido perro, pero ahora solo pienso en mi perrito y aprovechare todos los momentos posible con el. Animo Natalia.
Hola Elena, ¿A qué podenquita adoptaste? 🙂
Muchas gracias chicas.un besazo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios, estamos seguros de que a Natalia le han reconfortado. Ahora necesita tiempo para superar la pérdida y todo esto es una inyección de energía. Gracias!!!