AVE FÉNIX resurgió de las cenizas cuando le encontramos tirado junto a un río dejándose morir. Sobrevivió y fue muy feliz junto a los voluntarios de ALBA y a su mamá adoptiva pero las secuelas de lo que vivió le pasaron factura y, tristemente, nos dejó.
Recuerdo perfectamente la primera vez que fui a ALBA hace ya algún tiempo. Llamé a la campana y desde arriba de la finca bajó un perro ladrándome como si me fuera a comer. Yo pensé “¿y cómo tienen a este animal suelto? ¡Se va a comer a alguien!”. Ahora lo pienso y se me llenan los ojos de lágrimas pues ese gruñón que bajó para darme la bienvenida a su estilo, el primer perro de ALBA que vi, ese pequeñajo que luego me demostró lo bueno que era, se convirtió en uno de mis perros preferidos.
El nombre le venía de perlas pues prácticamente renació de las cenizas como el mítico pájaro. Le recogimos tirado cerca de un río sin fuerzas si quiera para levantarse, se estaba dejando morir. Pensamos que poniéndole AVE FÉNIX igual salía adelante y así fue. Estaba muy delgado y una leishmania galopante se le comía por dentro. Bueno, por dentro y por fuera ya que la piel se le caía a girones como es normal en animales a los que no se les da tratamiento para este mal. Le llevamos corriendo al veterinario y comenzamos a hacerle las primeras curas y a comprobar cuál era su estado real.
Debido a la leishmania, AVE tenía una grave insuficiencia renal así que nos pusimos manos a la obra y empezamos con los tratamientos para mejorar su estado de salud. Estaba muy malito y tuvimos que atenderle en el albergue y también llevarle a la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid donde fue ingresado varias veces. Se recuperó lo suficiente para ponerle un ciclo de Glucantime, algo fundamental para combatir la leishmania. Nuestro ángel aguantó como un campeón y consiguió mejorarse aunque lo cierto es que estaba tan enfermo que pensamos que lamentablemente, no viviría mucho tiempo.
Así, AVE FÉNIX vivía suelto por el albergue y aprendió en seguida a socializarse con personas y perros. Cierto es que, a veces, era un poco gruñón pero bastaba con decirle “AVE ya” y dejaba de ladrar. Yo creo que lo hacía para llamar la atención y que le hiciéramos caso aunque de eso no se pudo quejar nunca pues fue uno de los más mimados mientras vivió en ALBA. Siempre andaba cerca a la hora de la comida porque era un glotón. Había que tener mil ojos porque no podía comer cosas que no fueran de su dieta por sus problemas de salud. Más de un susto nos llevamos con este pillo.
AVE tuvo una dueña un día pero se desentendió de él y, consecuentemente, fue denunciada por la Comunidad de Madrid. ALBA se quedó con su custodia y comenzamos a buscar un hogar donde pasara el tiempo que le quedase de la mejor forma. Y lo conseguimos en Alemania. Allí se fue a disfrutar como un enano de una familia que le ha querido como a un miembro más. Fue un tiempo maravilloso y damos gracias a estas personas por darle una familia sólo para él pues siempre tuvo una, la gran familia de ALBA.
Su mamá adoptiva, Claudia, nos escribió esta carta:
“Querida Jutta, queridos Albanos. AVE ha muerto. Ayer al mediodía se ha muerto en su camita en el salón. Ha luchado hasta el final… Me cuesta mucho hacer un resumen de sus últimas semanas con nosotros.
AVE tuvo una hemorragia tan fuerte que nadie creía que iba a sobrevivir. Como no era la primera vez que le pasaba, su sangre ya no coagulaba y la inyección “hemo” sólo le hacía efecto después de algunas horas. Nuestro veterinario le hacía transfusiones de la misma cantidad de sangre que perdía por la boca. Era un litro y medio en total. Otro perro habría dejado de luchar pero AVE se empeñó en volver con nosotros a casa. Se puso de pie y se enfilaba hacia el coche. Los días siguientes fueron duros, AVE estuvo durmiendo mucho, comía y bebía muy pocas veces. El fin de semana siguiente se volvió a animar, salía al jardín y dejaba que el sol le calentara la tripa. Incluso gruñía cuando pasaba una moto y le ladraba al cartero. Pensábamos que había superado la crisis. ¡Qué alegría ver cómo AVE se comía el caldo de pollo y la carne con macarrones!
Sin embargo, el miércoles por la mañana, al salir al jardín, se derrumbó. Ya no le quedaban fuerzas. A partir de entonces ya no comía ni bebía. Sólo quería tranquilidad. Como en los últimos días había dormido mucho en mi cama, le llevé allí y me daba la impresión que ese era el sitio donde quería estar y donde se podía relajar. Yo me echaba muchas veces a su lado y noté que él disfrutaba de mi presencia. Se arrimaba y buscaba el calor de mi cuerpo. De madrugada se volvió muy inquieto, tosía e intentaba vomitar. A las 9 de la mañana llamé a nuestro veterinario y le pedí que viniera a casa. Me daba la impresión que AVE tenía dolores de tripa porque se encogía y se quejaba al respirar. El veterinario vino a las 13 h y decidimos ayudar a AVE en su último camino. Yo sentía que él estaba dispuesto para ello. Estaba echado en su camita y miraba a VOLKER, nuestro veterinario, como si quisiera decir “qué bien que estés aquí”.
Cuando Volker le puso el anestésico, AVE ya había dejado de respirar y su corazón ya no latía. Se durmió tranquilamente. Me siento muy triste por haberle tenido tan poco tiempo con nosotros, pero sabíamos que estaba enfermo y disfrutamos de cada momento con el muy intensamente. Y me produce satisfacción haber hecho todo lo posible para que fuera feliz.
Durante las últimas semanas no hice más que preguntarme si había tenido sentido someterle al estrés de llevarle a Alemania y que se tuviera que adaptar a nosotros. Pero AVE tuvo siete semanas muy felices con nosotros y lo disfrutó al máximo. Me ha impresionado muchísimo su comportamiento mientras nos dejaba y esto me demostró que hicimos bien en traerle. Porque mientras se iba, pude estar cerca de él y le pude dar mi calor, sentirle cerca y transmitirle paz y tranquilidad. Noté que lo agradecía mucho y que le ayudó a aceptar su debilidad y entregarse a la muerte. Mi di cuenta que era el regalo más grande que le pude dar a AVE mientras vivía. Era un perro tan excepcional, Jutta, y perdóname, no puedo escribir más…
Claudia”.
Esta es la historia de AVE FÉNIX, un perro que gracias a ALBA y a la gente que le quiso pudo ser feliz. Pero hablar de AVE sin hablar de Héctor no tendría sentido. Héctor es uno de nuestros voluntarios y creo que puedo decir sin miedo a equivocarme que fue el que más le quiso de todos nosotros y lo mismo en el mundo entero. Se adoraban, los podías ver en cualquier rincón del albergue abrazados y haciéndose carantoñas. Héctor quería adoptarle pero no podía y esto le causaba mucha frustración. Cuando encontramos un hogar para él tan lejos de España lo pasó fatal porque no quería desprenderse de su amigo. Pero entendió que era lo mejor para él y, pese a su dolor, le dejó ir.
Cuando AVE FÉNIX cruzó el puente del arco iris, lo pasó realmente mal y yo le entiendo porque sé lo que es querer a un animal con todas tus fuerzas. Héctor, espero que este pequeño homenaje a AVE te guste y que no te importe que cuente lo que le quisiste porque creo que es algo precioso y que, seguro, alentará a la gente a tener un animal y a quererle como vosotros os queríais. En ALBA esto pasa a menudo, cogemos mucho cariño a los animales y, cuando se van o dejan este mundo, nos inunda la pena. Pero nos queda el consuelo de saber que les ayudamos a ser felices y de tenerlos en nuestro corazón y Héctor, le hiciste muy feliz.
Os dejo la poesía que Héctor escribió a AVE FÉNIX. Bueno, en realidad es un acróstico ya que la primera letra de cada verso forma el nombre de nuestro protagonista. Allá donde estés AVE, te echaremos mucho de menos. Te queremos.
A veces siento que no me puedo separar de ti.
Venir a ALBA y no verte, ¡IMPOSIBLE!
Eres mi amigo favorito, casi como de mi familia.
Feliz, cuando veo que vienes a saludarme.
Eres muy especial, te tengo siempre aquí.
Nadie dirá que no eres feliz, junto a mí.
Igual que yo, un poco feo, pero simpático.
X, bueno, la equis por esa fuerza misteriosa que tienes. ¡¡¡Siempre estaré junto a ti!!!
Patricia Vadillo